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Salar De Uyuni

Viajes
Desde hacía algún tiempo veníamos planeando algún recorrido por Argentina o algún país vecino, después de ver opciones y comprobar los días disponibles, nos inclinamos por visita el salar más grande del mundo, enclavado el medio de los Andes del sur en la vecina, Bolivia. Con pocos días de preparación junto a Lelio, Claudio y Pepe partimos de Córdoba a las 9 AM de un 3 de Octubre.
Recorrido
  Claudio y Pepe no se conocían, después de la presentación de rigor, café de por medio, partimos con destino a Uyuni con la seguridad que no llegaríamos en una sola etapa sino que viajaríamos durante dos días. Haríamos noche en algún hotel de las provincias de Salta, Jujuy o la republica de Bolivia, donde nuestros cuerpos nos pidan un descanso.   Nuestra primera parada fue para preparar el almuerzo, a 50 Km de la salida, en el ingreso a Jesús María. Hay uno de los mejores lugares de nuestra provincia para comprar Sándwich con fiambres caseros y queso. Picamos uno en el lugar, agregamos dos de panceta arrollada, dos de salame y nuevamente a la ruta.   Pocos km por 9 norte, tomamos la ruta 60 rumbo a Tucumán. Después de 350 km recorridos paramos en la Ciudad de Frias, Santiago del Estero, para reponer combustible y descansar mientras almorzamos los sándwiches acompañados por una copita de buen tinto.   Después de  un rato para bajar el efecto del alcohol, nos encontrábamos nuevamente sobre nuestras BMW. Pasamos Tucumán, en dirección a la capital Jujeña, decidimos seguir unos km más y fue así que dejamos atrás Volcán, Purmamarca y Tilcara para llegar a Huacalera donde decidimos pasar la noche en un buen hotel sobre la ruta. Recorrimos en el día 1000 km. Más de lo previsto.   Ducha, sauna, cena típica del norte en el buen restaurante del hotel, sobremesa con anécdotas y alguna bebida espirituosa para terminar una larga y muy intensa jornada.
Hotel Huacalera, provincia de Jujuy
A la mañana siguiente, desayunamos temprano, preparamos nuestras motos y nuevamente en ruta! Destino del día, Tupiza, en la hermana República de Bolivia. Dejamos atrás Humauaca, Tres Cruces, Abra Pampa y llegamos a La Quiaca, donde deberíamos realizar nuestros trámites fronterizos. Como es sabido, la frontera entre la Quiaca y Villazón es de un caos absoluto, hermanos argentinos y bolivianos que van y vienen, comercio legal e ilegal que pugnan por cruzar, turistas del mundo intentando cruzar de un lado a otro, tramitadores ocasionales ofreciendo sus servicios para facilitar los ingresos, controles aduaneros, migratorios y de sanidad......caos, pero interesante. Pocas cosas me gustan más que un paso fronterizo.   A los ciudadanos de otras partes del mundo que crucen esta frontera no les será tan distinta la imagen a la mía cruzando Mozambique/Suazilandia, Albania/Kosovo, Lituania/Bielorrusia, Bosnia Herzegovina/Croacia, y tantas más.   Ya en territorio Boliviano, decidimos almorzar en un local del centro de la ciudad de Villazón. Sopa típica del lugar, buen plato principal y postre, acompañado con cervezas nacionales.   Cambiamos algo de dinero y sin perder tiempo partimos rumbo a la ciudad donde decidimos hacer noche antes de emprender el duro camino de montaña que nos llevaría hasta nuestro destino final. La ciudad seria Tupiza con destino final en Uyuni.   Sólo nos faltaban algo más de 90 km de buena ruta, excelentes paisajes, túneles que no le envidian nada a los que encontramos en las carreteras italianas y la amabilidad de nuestros hermanos saludando al paso de nuestras motos.   Llegamos a Tupiza después de las cinco de la tarde, buscamos un hotel bien ubicado, estacionamos nuestras compañeras de viaje, dejamos nuestros trajes de moto y después de un ligero baño salimos a recorrer la ciudad.   Nos maravillamos en cada esquina! Autos y motos que parecían de películas, ploteos de colores, escapes libres, motos personalizadas, la amabilidad de su gente, negocios de espacios reducidos donde podes encontrar una variada gama de mercadería. Pepe consiguió un raro producto denominado “Cinco al hilo”.   En un bar sobre la plaza principal decidimos hacer un alto para compartir con Lelio y Pepe una cerveza mientras que Claudio saboreaba un rico café batido.   Cenamos en una pizzería cerca del hotel, como siempre, sobremesa de alguna anécdota de Lelio y sus motos o de Pepe y su amplio repertorio. Ya con sueño y sabiendo del duro día que tendríamos por delante decidimos habitar nuestra habitación cuádruple para descansar.   Despertamos temprano, ducha de rigor, trajes de moto, desayuno ligero, reposición de combustible, y a la aventura!   Nos separaban algo más de 200 km de Uyuni. El camino transcurre entre tierra, guadales, montañas, llanuras, lechos de ríos y el maravilloso paso en la ciudad de Atocha, de la provincia de sud Chichas, departamento de Potosí, a casi 4000 mts sobre el nivel del mar.   Es indescriptible la emoción de cruzar durante el camino pequeñas viviendas sin electricidad, sin servicios básicos y sin comunicación, fauna de la zona que forma parte permanente del paisaje inmutable ante nuestra presencia. A cada paso, cerros y montañas mutando sus colores y compitiendo en alturas según el lado que se las mire, ríos que cambian sus caudales dependiendo de la época del año, rocas de tamaños de edificios, pastizales bajos luchando contra los fuertes vientos, caminos consolidados con piedras eternas y a los pocos metros guadales que van mutando según la dirección de los vientos! Definitivamente, camino de aventura para recorrer.   Nací en un pueblo pequeño, del sur de la provincia de Cordoba. Pequeño pero bendecido por Dios, servicios que no envidian nada a las grandes ciudades, casas muy bien arregladas, tres escuelas que compiten por la educación de sus niños, transporte permanente que te acercan a ciudades mayores, muy poco desempleo, buena cobertura de salud, conectividad que no envidia a otras regiones....lugar que uno elegiría para volver a nacer.   Es por este motivo que tengo especial interés por los pueblos pequeños, por la hospitalidad de su gente, por la subsistencia de sus negocios, por los silencios de sus noches, por el color de sus cielos y estrellas. Muchos de estos pueblos transitamos en este recorrido.  
Pequeña población en la altura de la cordillera andina
  El camino es duro, recomendable para motos más livianas y de menos cilindradas. Nuestras hermosas BMW parecían fuera de lugar en estos difíciles caminos. Después de algunas caídas, varias paradas, cruces de ríos caminando con nuestras motos de tiro apareció ante nuestros ojos un enorme cartel que anunciaba la llegada a la ciudad de Uyuni publicando el tan reconocido DAKAR.  
Cartel de bienvenida a Uyuni
  Todos los que andamos en moto disfrutamos muchísimo llegar a destino. El 50% del recorrido está realizado!   Armar un viaje en moto siempre tiene un poco más de adrenalina que en auto. Por eso se disfruta más llegar a destino.   En este caso fue particularmente bueno porque el camino fue duro, los guadales causaron estragos, la altura pesa y las horas fueron muchas.   Ingresamos a Uyuni, una calle principal con varios negocios y muchas paralelas con construcciones bajas, mucha gente en las calles, puestos callejeros, motos sin respetar el sentido de circulación y ausencia absoluta de sombra. No existen árboles en la ciudad, me imagino que a causa del clima pero si me tocará vivir por ahí seguramente plantaría algún árbol!   Pensamos que estábamos en el destino pero aún faltaban unos pocos km. Si se sigue la ruta rumbo a La Paz, un pequeño conjunto de casas a la derecha junto a una refinería de sal indica el comienzo del mayor salar del mundo. De ahí a 5’ ya encontramos nuestro alojamiento. El maravilloso hotel de sal! No tiene desperdicio: sus paredes, pisos, mesa, bancos y camas,  todo de sal........absolutamente todo. Muy acogedor. Al nivel de cualquier hotel 4 estrellas con huéspedes de las más diversas nacionalidades. Impecable su restaurante, no solo por su mobiliario sino principalmente por la calidad de sus comidas que varían desde cocina típica al mejor nivel internacional. Buena carta de vinos y excelente variedad de bebidas. Comentario aparte la amabilidad, atención y buena predisposición de sus mozos.   El Salar de Uyuni, en medio de los Andes en el sur de Bolivia, es la salina más grande del mundo. Es el legado de un lago prehistórico que se secó y dejó un paisaje desértico de casi 11,000 km cuadrados de sal blanca, brillante, formaciones rocosas e islas con cactus. Su mística extensión se puede observar desde la isla central Incahuasi. Aunque la fauna es escasa en este ecosistema único, alberga a varios flamencos rosa, la altitud promedio es de 3.660 msnm.   Desde el hotel podíamos observar cómo el sol buscaba el horizonte para dejar lugar a la noche. Sin embargo, con la emoción de haber llegado a destino, las ganas de pisar el salar con las motos le ganó a la racionalidad de esperar hasta el día siguiente para poder recorrer una superficie plana, blanca, como si fuese un gran playón de cemento. Sin indicaciones, sin señalización, sólo llanura blanca y eterna ante nuestros ojos,  no importa en qué medio: moto, auto, camión, bicicleta, caminando, sin dudas, el sueño de cualquier persona deseosa de buscar nuevas aventuras.   Bajamos el equipaje, tomamos nuestros cuartos y rápidamente junto a Lelio y Claudio salimos del hotel rumbo a la nada misma, no importa dónde, el secreto era que nuestras motos pisaran la superficie blanca. Como siempre salí primero, no preste atención a las recomendaciones de Lelio, que ya había estado en el lugar y salí por el salar como quien sale a recorrer el patio de su casa. Grave error!   A pocos kilómetros del hotel note que la moto se comportaba distinto, baje la velocidad, la sal se convirtió en barro, metro a metro se hacía más difícil y a la BM le costaba más avanzar. Mis compañeros, más previsores, se detuvieron antes y dedicaron los próximos minutos a ver cómo “Busso y su moto” perdían la batalla ante el gigante salar y sus trampas!  
La triple Black atascada en la sal
  Renegamos mucho, la moto se sostenía sola con sus gomas dentro de la huella en el salar, de pie a su lado, la pusimos en marcha y tratamos de lavarla sin peso a un lugar firme. No tuvimos éxito, mis amigos caminaron desde sus motos hasta donde yo me encontraba y con mucho esfuerzo, pudimos hacer llegar a mi moto hasta un lugar firme. La noche se había hecho presente, se veía muy poco, pero suficiente para divisar a la distancia nuestro hotel, allá fuimos!   Después de las bromas de rigor, llamamos a Pepe, tomamos un buen baño y nos dispusimos a disfrutar una excelente cena muy bien regada y con una extensa sobremesa. (También bien acompañada)   Para el próximo día, contratamos una excursión en 4x4 que nos llevaría unos 70 kilómetros dentro del salar, visitaríamos isla incahuasi, rodearíamos la laguna Hedionda, almorzaríamos en algún lugar desconocido y aprovecharíamos para tomar muchísimas fotografías y descansar de nuestras hermosas compañeras.     Durante el recorrido, comenzamos a notar que Pepe no caminaba, no nos acompañó a escalar en la isla incahuasi, hasta que por fin confesó que su tobillo le dolía mucho y nos mostró su estado. Estaba muy mal! Practicante duplicaba su tamaño original, estaba cambiando de color y no aguantaba el dolor cuando lo movilizaba.   Hablamos con el sr que conducía la land cruiser, rápidamente comprendió la situación y cambiamos el regreso a nuestro hotel por una visita al hospital de Uyuni donde un médico (en realidad una hermosa médica Cubana) lo recibió, pidió que rápidamente le realicen las placas correspondientes y al final nos dio el diagnóstico menos deseado.   El tobillo tenía una parte fisurada que le impediría volver a subir a la moto y por consiguiente tendría que regresar a Córdoba por otro medio.   Mientras Claudio acompaña a Pepe en el hospital, con Lelio fuimos al centro de la ciudad, buscamos una agencia de viajes,  notamos que la forma más directa de hacerlo regresar rápidamente para que pueda hacer sus curaciones en nuestra ciudad, era vía aérea con escala en La Paz. Fue así que compramos un aéreo Uyuni / La Paz, La Paz/ Santa Cruz De las Sierras, Santa Cruz de las Sierras/ Buenos Aires y finalmente Buenos Aires / Cordoba!   Cuando le comentamos a nuestro compañero herido lo que habíamos hecho no lo notamos muy contento, nunca supimos si por miedo a dejar la moto en el salar o por miedo a alguna reprimenda de su señora cuando llegara a Córdoba!   Pepe demostró una fortaleza increíble, viajó más de cuatro hs en moto con su fractura, no quiso preocuparnos en el hotel y recién al otro día, más de 24 hs. después, nos dimos cuenta de la situación. Eso sí, en ningún momento le afecto su apetito, ni su sentido del humor!  
Trasladando a Pepe dentro del hospital Jose Eduardo Pérez de Uyuni.
  A las 6AM del próximo día José partió rumbo al pequeño aeropuerto de Uyuni donde emprendería la travesía aérea que después de 16 hs lo depositaría en la ciudad de Córdoba donde recibiría la atención médica correspondiente y el afecto de sus seres queridos.   Su GS 1200 la guardamos en un buen lugar, provisto por las autoridades del hotel donde aguardaría algo más de dos meses para que Pepe con su fractura ya repuesta y con dos amigos la fuese a buscar para traerla de regreso a nuestra ciudad.   Ya con la certeza que pepe estaba en su casa y con las atenciones médicas adecuadas con Lelio y Claudio emprendimos nuestro regreso vía Potosí.   Temprano desayunamos, preparamos nuestras motos y comenzamos a transitar los algo más de 200 km que nos separaban de Potosí.   Después de unos pocos kilómetros de algo de tierra y rutas en regular estado, se presentó frente a nuestros ojos una maravillosa carretera de montaña que nos depositaría directamente en la ciudad de Potosí.   A poco de andar, un cartel indicaba un mirador que desde la altura se podía contemplar la pequeña ciudad de Uyuni y detrás la inmensidad del salar. Como no imaginar volver sobre nuestros pasos y tomar rumbo oeste para llegar a la ciudad de Antofagasta en la costa chilena. Pero bueno, no se puede todo .....otro viaje tal vez .   Continuamos viaje rumbo a Potosí por la RN 5, curvas maravillosas, muy abiertas con buen agarre nos permitían algunas travesuras bordo de nuestras motos.   A mitad camino la moto de Lelio comenzó con una vieja falla que ya nos había acompañado por otros recorridos. La bomba de Nafta con alta tempera y poco combustible en el tanque comienza a fallar y la moto no pasa los 100 kilómetros, después de algo de incertidumbre, de los nervios de Lelio que le afecta tanto como si se acabara el mundo y acompañado por esa dosis de suerte que siempre acompaña a los motoqueros ingresamos a la ciudad de Potosí.   Potosí es una ciudad en el altiplano del sur de Bolivia y capital de uno de los nueve departamentos que forman la República de Bolivia. Su larga historia minera se exhibe en el Cerro Rico, una montaña y mina de plata en funcionamiento al sur de la ciudad.   La antigua casa de la moneda ubicada en el centro de Potosí alberga un museo dedicado al arte y la historia de Bolivia. Junto a la casa de la moneda, está la Plaza 10 de Noviembre, bordeada con edificios coloniales adornados, incluida la catedral. Esta ciudad fue fundada en el año 1545.   Situada a los pies del Cerro Rico (Sumaj Orcko) a más de 4,000 m.s.n.m., su historia está estrechamente ligada a la plata. En 1650, Potosí era la ciudad más poblada del mundo con unos 160,000 habitantes; más que Londres, París o Madrid, dada la generosidad del imponente Cerro Rico de Potosí que albergó en su interior las más codiciadas vetas de plata del mundo, con cuya producción se podría haber construido un puente entre Potosí y Madrid. En 1987, Potosí fue declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad; esta ciudad permanece intacta, no sólo en su arquitectura, sino también en lo que significa la presencia de las culturas originarias; en su paisaje se destaca el imponente Cerro Rico en combinación con el conjunto de edificios, iglesias y torres con cubiertas características de la época colonial.   Recorrimos la ciudad en moto, es verdaderamente atrapante, su tráfico intenso, sus calles angostas, sus vista espectaculares del cerro Rico y las numerosas construcciones coloniales como la Catedral de Potosí , de estilo Gótico, el edificio de la casa de la moneda , como así también la torre de la compañía que se erige como símbolo de la ciudad.   Sumado a esto, la amabilidad de su gente, el colorido de sus vestimentas y el aroma de sus comidas que te atrapa en cada esquina.   También intentamos con poco éxito recorrerla caminando. Se hace muy difícil, después de dos cuadras nuestros cuerpos se comportan como si hubieras caminado 20! Para los que vivimos a baja altura o sobre nivel de mar, se nos hace muy difícil caminar a más de 4000 msnm.   Apenas llegamos a nuestro hotel, Claudio preguntó por una farmacia y fue a comprar un medicamento que ayuda a mitigar la altura. Con Lelio nos reíamos y le decíamos que no era necesario, que todo iba a estar bien.   Al otro día Lelio y yo estábamos sentado en el lobby del hotel con nuestras respectivas máscaras de oxígeno!!   El último día fuimos a experimentar una vivencia única que se da en pocos lugares del mundo. Ingresar, junto a un guía, al corazón mismo de la montaña, mediante los túneles utilizados por los mineros para realizar sus tareas diarias.   Parece una locura, pero no lo es. Entrar en las minas que están activas en la actualidad es posible. El turismo se está convirtiendo en una importante fuente de ingresos en Potosí, y muchos antiguos mineros enseñan a los turistas el interior de las minas donde antes trabajaban.  
Intentando ingresar a Lelio dentro de la mina
  Nos dirigimos en primer lugar hacia el mercado de los mineros que se encuentra en la plaza del Calvario. Allí nuestro guía, Álvaro, nos lleva hasta una pequeña tienda donde los mineros compran todo lo que necesitan para pasar el día trabajando: alcohol de 95 grados apto para beber aunque parezca increíble, hojas de coca y lejía ceniza de quinua) que sirve para salivar y quitar la acidez que deja la coca. También venden sin licencia ni requisitos dinamita, mecha y detonantes.   Nos colocamos un traje azul, unas enormes botas, casco y linterna. Con ese equipamiento y a bordo de nuestras motos llegamos hasta el ingreso de la mina para que pocos minutos después ya nos encontremos dentro de la montaña recorriendo esa interminable red de túneles de muy poca altura que se cruzan unos con otros. Algunos lugares están sostenidos por puntales para evitar derrumbes. Algunos túneles se encuentran atravesados por vías donde pasan los carros llevando hacia el exterior el producto del trabajo de los mineros.  
Con Claudio en el interior de la mina.
  Para los que somos altos hay lugares que se hacen difíciles de transitar, se pasa casi en cuclillas, escaleras súper pequeñas, sumado al pollo en suspensión y el olor a dinamita luego de las detonaciones, hace que por momentos den ganas de salir corriendo de las entrañas de la montaña. Me pasó, quise volver a mitad camino, hoy agradezco a Claudio que no me dejo salir. De lo Contraria nunca más ingresaría a un lugar tan cerrado y pequeño que te introduce por sus túneles a más de 700 metros dentro de la montaña.   Hoy feliz de haberlo hecho puedo decir sin lugar a dudas que es un experiencia para realizar, cualquier viajero que pase por Potosí no tiene que dejar de vivir esta experiencia.   Al próximo día, temprano, desayunamos ya vestidos con nuestros trajes de moto y a los pocos minutos ya comenzamos a deshacer los casi 1600 km que nos separaban de nuestros hogares.   El camino por los 420 km que separan Potosí de Villazón fueron muy tranquilo, buenas rutas, lindos paisajes, muy poco tránsito pero buen control policial.   Lelio por no respetar los límites de velocidad se vino de Bolivia con una multa por exceso que tuvo que abonar en el momento al agente de policía que corroboró la infracción.   Cruzamos rápido la frontera, muy ágiles los trámites migratorios y aduaneros. A los pocos minutos ya estábamos sobre la maravillosa ruta N9, que atraviesa toda la quebrada de Humahuaca bajando hasta la ciudad de San Salvador de Jujuy, continuando a San Miguel de Tucumán, Santiago del Estero, pasando por las ciudades de Córdoba y Rosario para finalizar en la ciudad de Buenos Aires.   Desde la frontera viajamos durante 400 kilómetros más hasta llegar a la ciudad de Metán donde pasaríamos la noche y nos deleitaríamos con comida típica Salta.   Temprano, al día siguiente, retomamos el camino para recorrer los últimos 750 km que nos traerían de regreso a nuestra querida ciudad de Villa Carlos Paz.   Un viaje más, un nuevo recorriendo moto por las maravillas naturales que nos ofrece nuestra Américas del sur. No fue el primero, tampoco el último!  
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